FP Deporte

Diabetes y ejercicio físico, una forma de controlar la enfermedad

Por Justo López
Aparatos para medir la azúcar en sangre

La Diabetes Mellitus es una enfermedad metabólica que afecta al 9% de la población de los países industrializados de más de 18 años, según la OMS. En 2012 fallecieron más de 1,5 millones de personas por causas directas de la diabetes y se estima que en el 2030 será la séptima causa de mortalidad.

Estas cifras irán incrementando en los próximos años debido a su conexión con la enfermedad de la obesidad. La parte positiva de este asunto es la gran implicación del ejercicio físico para la mejora de la diabetes mellitus y de todas sus comorbilidades. El Técnico Superior en Acondicionamiento Físico es consciente de la importancia de la actividad física en poblaciones con diabetes, y por ello será capaz de diseñar entrenamientos que se adapten a sus necesidades para avanzar hacia un control más exhaustivo de esta enfermedad.

¿Qué es la diabetes?

En primer lugar comenzaremos definiendo la Diabetes como una patología que tiene como resultado un descontrol de los niveles de azúcar en sangre. Esto se debe al incorrecto funcionamiento del páncreas a la hora de segregar insulina o la incapacidad de esta hormona para realizar correctamente su función.

La insulina ayuda a la absorción de la glucosa de los alimentos que se ingieren. Esto hace que al no crear o generar de manera reducida insulina, la glucosa se queda en la sangre y no llega a las células.

Por su parte, el incremento de glucosa en sangre puede llegar a ser muy peligroso para el organismo, pero principalmente afecta al riñón, el corazón y las diferentes arterias, por lo tanto, normalmente las personas que tienen diabetes suelen desarrollar problemas de riñón, pérdida de visión, pérdidas de miembros inferiores e infartos entre otros.

Tipos de diabetes

Se pueden diferenciar varios tipos de diabetes: Tipo I, Tipo II y Gestacional; incluso hay autores que nombran un cuarto tipo. Nosotros vamos a centrarnos en las dos primeras:

  • Diabetes Tipo I

La Diabetes Tipo I tiene como etimología un proceso autoinmune en el cual las células beta situadas en el páncreas se destruyen unas a otras dando lugar a la incapacidad de secretar insulina, siendo por tanto los sujetos que la padecen dependientes de insulina vía exógena. Hoy por hoy,  este tipo de diabetes no tiene cura y lo único que podemos es intentar controlarla para que no se produzcan daños colaterales en nuestro organismo por altas concentraciones tanto de insulina como de azúcares.

  • Diabetes Tipo II

En la Diabetes Tipo II el problema causante de la enfermedad no es la incapacidad del páncreas de secretar la insulina (por lo menos en sus inicios), sino la incapacidad de la insulina para llevar a cabo su función, que es la de transportar la glucosa desde el torrente sanguíneo hacia el tejido muscular o el hepático. A este concepto se le denomina ‘resistencia a la insulina’.

Este tipo de patología se va desarrollando con el paso del tiempo e inciden en ella de manera prioritaria dos aspectos claves: inactividad física y malos hábitos alimenticios, estando científicamente demostrado que una mejora en la alimentación(reduciendo los niveles de azúcares en las comidas) junto con ejercicio físico bien pautado pueden controlar los niveles de glucosa o dar reversibilidad a la enfermedad en el mejor de los casos.

Para entender la relación que existe entre la Diabetes Tipo II y la obesidad ( más del 50% de los diabéticos tipo II son obesos) es necesario entender que el Adipocito no es una estructura pasiva cuya única función es la de almacenar triglicéridos, sino que actualmente se le considera un auténtico órgano endocrino capaz de liberar Citokinas (células proinflamatorias) como la TNF-alfa, capaz de inhibir los caminos de señalización y por ende bloquear la activación de los transportadores de glucosa generando así la incapacidad de la insulina para introducir la glucosa tanto dentro del tejido muscular como del tejido hepático.

Diabetes y ejercicio físico

El ejercicio físico puede ser una de las estrategias básicas para combatir la diabetes mellitus puesto que la contracción muscular permite el consumo de los azúcares que existen en el músculo (glucógeno muscular), y mejora la sensibilidad de la insulina (capacidad de esta hormona de activar los transportadores de glucosa y de los receptores de glucosa dentro de la célula muscular).

Según el Position Stand del Colegio Americano de Medicina del Deporte (ACSM, 2010) la combinación de entrenamiento de resistencia junto con entrenamiento de fuerza (hoy en día llamado “entrenamiento concurrente”) es la mejor opción para combatir la diabetes mellitus.

Otros estudios, como la revisión  de Pedersen y Saltin (2006), hacen también referencia a la combinación de ambas modalidades como mejor opción de tratamiento a través del ejercicio físico. El entrenamiento de resistencia junto con entrenamiento de fuerza tienen efectos beneficiosos sobre la grasas y la sensibilidad a la insulina en pacientes con Diabetes Tipo II.

¿Cómo debe ser el entrenamiento en pacientes con diabetes mellitus?

Es importante destacar que en el entrenamiento de resistencia que practique un paciente con diabetes mellitus ha de ser de bajo impacto, debiendo excluirse la carrera e incluso largas caminatas si estamos en estadios iniciales del programa de ejercicio. Una buena opción podría ser el trabajo en agua, pero siempre con un correcto control de la intensidad.

Trabajos recientes como los publicados por Yin et all (Springerplus, 2015) ven respuestas positivas en la utilización de la electroestimulación corporal para la mejora de la sensibilidad a la insulina debido a la reducción del daño muscular gracias al efecto de la electroestimulación en el entrenamiento de fuerza.

¿Cuánto ejercicio se debe hacer cuando se padece de diabetes mellitus?

En este sentido las prescripciones generales de ejercicio físico para la diabetes mellitus (Asociación Americana de Diabetes; Colegio Americano de Medicina del Deporte) establecen que el trabajo de resistencia aeróbica se realizará mínimo 3 días a la semana con una duración total de al menos 90 minutos a una intensidad por debajo del 70% del Vo2 máx.

Para el entrenamiento de fuerza serán 2 días mínimo lo requerido, y las cargas a trabajar aquellas que no produzcan “daño muscular” ya que eso desencadenaría altas concentraciones de TNF-alfa en sangre y con ello un aumento de la resistencia a la insulina, es decir, todo lo contrario a lo que vamos buscando.

Para este tipo de pacientes la hora del día a la que se haga ejercicio físico debe ser siempre la misma y a ser posible no hacer práctica deportiva en sesiones de tarde–noche (Asociación Americana de Diabetes, 2004) puesto que el consumo de glucosa por parte del músculo se sigue produciendo horas después de la práctica deportiva, pudiendo generar una hipoglucemia nocturna severa generando una situación altamente peligrosa para la salud.

En resumen, la práctica del ejercicio físico es una estrategia vital para el control de la glucosa sanguínea y la mejora de la sensibilidad a la insulina, además la combinación de entrenamiento de resistencia de bajo impacto junto con entrenamiento de fuerza que no provoque daño muscular es la mejor opción para el control de la glucosa y la mejora de la sensibilidad a la insulina. Nunca hay que olvidar que lo mejor para tratar estos temas es ponerse en contacto con su médico de cabecera, aunque un profesional en Acondicionamiento Físico a distancia puede proponerle al diabético una serie de entrenamientos adaptados a su condición y necesidades, favoreciendo el mantenimiento de una vida más activa y con los niveles de glucosa controlados.