¿Habéis escuchado alguna vez la siguiente frase? “Todo está en la mente”. Yo sí que lo he escuchado, y si vosotros aún no, ya la escucharéis tarde o temprano. Creo que sin necesidad de decirlo, ya os podréis imaginar quiénes son ejemplo con mayúsculas de fortaleza mental en nuestro país.
Yo, por si acaso, os lo recuerdo: un grande como Rafael Nadal. Ejemplo de superación, de hacer frente a las adversidades, de superar críticas constantes, de caerse y levantarse, y volverse a levantar tras un tropiezo y otro. De aparecer cuando nadie más daba un duro por él y, después de haber ganado tanto y de demostrarnos tanto, volver a ocupar el puesto número uno del ranking mundial. De otro mundo este señor.
Claro que, como él, existen muy pocos en el mundo del deporte. Porque sólo los que son muy grandes como él y con una fortaleza mental infinita, son quienes se mantienen en lo más alto durante muchos años, más allá de las capacidades técnicas o físicas que puedas tener. Para ello, la clave estará siempre en la mente.
¿Cuánto de importante es la psicología deportiva entre los atletas?
Para mí, como profe de TECO, muy importante. Pero no cualquiera te puede orientar o asesorar para sacar de ti un rendimiento psicológico máximo. Lo primordial es aprender tú mismo a saber cómo superar las adversidades, a cómo sobreponerte y a cómo ponerle solución a tus problemas.
¿La fortaleza mental se puede entrenar?
Por supuesto que sí. Hay algunos que esto lo llevan dentro sin necesidad de la ayuda de un profesional o psicólogo deportivo. ¡Bendita habilidad!
Sin embargo, otros con cualidades técnicas y físicas que quizás otros no tienen, reflejan una laguna psicológica que les impide avanzar y explotar sus condiciones. Es aquí cuando la figura de un “psicólogo” resulta relevante.
Desde mi punto de vista, todo ello viene precedido de una educación añadida que te hace ser como eres, de unas vivencias o experiencias que te marcan de por vida y repercuten en tu manera de ser; depende también, de quién te hayas rodeado o de cuánto ha influido en ti donde hayas crecido y donde te hayas desarrollado como persona. Múltiples factores que desencadenan en quién y cómo eres tú ahora.
Y ahora planteo una cuestión para la reflexión, ¿es necesario un psicólogo en un club? o, ¿el “psicólogo” debería ser tu entrenador?
Yo, quizás por como soy, considero esencial el que un entrenador sepa gestionar personas, y sea él mismo, el psicólogo del equipo. Algo que no es nada fácil. ¿Por qué? Porque cada persona es un mundo, y puede resultar frustrante el intentar hacer cambiar a alguien y ver que los resultados no los obtienes de inmediato.
A mí, si hay algo que me gusta tanto son las personas. Me encanta analizar a cada una de las personas que me cruzo en mi camino. Quizás es por eso por lo que me gusta tanto dar clases. Me gusta conocer a mis alumnos, analizarlos y poder sacar de ellos el máximo rendimiento posible teniendo en cuenta las habilidades de cada uno.
Si nos vamos al yo. ¿Cómo soy yo? Yo llevo jugando al baloncesto desde muy pequeño. Parte de culpa, la tiene el tener a un padre que ha sido entrenador de baloncesto de élite durante mucho tiempo. Y sí, inevitablemente tuve que probar este deporte, porque día sí, día también, el baloncesto era el centro de atención en nuestro hogar, en las charlas familiares y en las comidas que compartíamos en casa. Por supuesto que nos ha influido mucho tanto a mi hermano como a mí. Deporte que es una maravilla todo lo que conlleva. Haces amigos que son para toda la vida, vives experiencias que ojalá todos pudiesen vivir, aprendes a competir, aprendes a ganar, a saber perder, a saber reaccionar, a jugar bajo presión, a convivir con todo tipo de entrenadores que quieren contar y que no quieren contar contigo, a competir, a disfrutar… no tiene fin en cuanto me pongo a añadir calificativos sobre el basket.
Pero yo he tenido un problema siempre, he necesitado de un “psicólogo deportivo” permanentemente a mi lado, que me anime, me estimule, que confíe y crea en mí, y que sepa cómo llevarme. Y es ahí donde ha estado mi error, porque al final todo depende de cómo cada uno sea. Y de que todas las oportunidades que te brinden has de aprovecharlas, porque si no, siempre habrá otro a tu lado que esté preparado y te supere. Y de entender que no todo el mundo es como tú quieres que sea.
Todo ello me ha permitido y, actualmente, me permite aprender a saber cómo gestionar mis emociones, saber dónde están mis limitaciones y saborear lo afortunado que soy de haber podido experimentar y de seguir experimentando tantos buenos momentos gracias a este deporte. Y así lo trasladaría igualmente a todos los ámbitos deportivos en los que existe un atisbo de competición.
En mi caso personal, sí le doy mucha importancia a la psicología deportiva. Pero no todos la necesitan.
Siempre se me quedará grabado lo que el veterano del equipo con el que debuté en la Liga EBA (tercera división nacional de baloncesto) me dijo: “Si quieres aguantar en esto, más te vale estar fuerte mentalmente”. En aquel momento no entendí mucho lo que quería decir puesto que tenía 19 años. Ahora con 26, a punto de cumplir 27 sé que es clave si quieres aguantar disfrutando y rindiendo a un alto nivel. Si no, siempre estarán las “pachangas con tus colegas” como mi padre siempre me ha dicho. Ahí nadie tiene problemas.
Mientras tanto, el reto en mi ámbito laboral y deportivo está en no dejar de intentarlo y de luchar contra todo tipo de barreras como bastión fundamental en mi día a día. Lo importante es no dejar de creer.
Tenemos que entender la psicología deportiva como un apoyo, pero no como lo fundamental para tú rendir de una manera u otra, de modo que seas tú quien que le ponga solución a los problemas. Todo ello no sólo es aplicable en el deporte. También vale para todos los ámbitos de la vida.
Asumid vuestros errores, creed más en vosotros mismos y nunca, nunca, dejéis de pelear por lo que sea que queráis alcanzar