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El fútbol femenino ha sido el gran olvidado del deporte rey durante décadas. Mientras que las categorías masculinas han convertido a sus jugadores en estrellas mediáticas, la mujer futbolista tiene un papel secundario en este deporte, regulando por primera vez su situación profesional mediante un convenio colectivo en 2019 que mejoró en un 40% sus condiciones salariales.
Sin duda, el fútbol femenino y el masculino presentan diferencias claras, tanto a nivel biológico como técnico-táctico, tal y como se analiza en el Máster en Entrenamiento, Análisis del Juego y Dirección de Equipos de Fútbol, pero el principal factor que ha dejado en un segundo plano a la mujer futbolista es el social, en una sociedad que entiende el fútbol como un deporte eminentemente masculino.
Historia del fútbol femenino en España
Las mujeres amantes del fútbol han tratado durante siglos de disfrutar de este deporte que la sociedad había reservado para los hombres. Esto lo demuestra una crónica de un partido femenino en la revista Mundo Deportivo en 1914, donde se hablaba de la mujer futbolista empleando términos como “sexo débil”, “niñas futbolistas” o “descendientes de la madre Eva”. En este artículo, el cronista relata “Esta primera actuación de la mujer en el viril fútbol, no nos satisfizo, no solo por su poco aspecto sportivo, sino que también porque a las descendientes de la madre Eva les obliga a adoptar tan poco adecuadas e inestéticas posiciones, que eliminan la gracia feminil”.
Esta idea de la masculinización de la mujer en el fútbol se ha mantenido hasta hace pocos años, estigmatizando a la mujer futbolista mediante una serie de estereotipos y dificultando que pudieran llegar a profesionalizarse en este ámbito. Muchos años después de este encuentro, en 1969 la Football Association reconoce por primera vez el fútbol femenino debido al crecimiento que comenzó a experimentar tras el Mundial de Inglaterra.
En España, en 1970 comienzan a surgir los primeros clubes femeninos de fútbol,siendo uno de los pioneros el Levante UD, que fichaba a jugadoras de todo el país y les pagaba por jugar la fútbol, algo impensable a comienzos de siglo. Así, 1971 fue un año con numerosas efemérides para la mujer futbolista, ya que en él se celebró el primer campeonato femenino oficioso en España, el Trofeo Fuengirola. Un mes después tuvo lugar el primer encuentro femenino internacional entre España y Portugal, un evento rodeado de polémica debido a la oposición de la Sección Femenina del Franquismo y del Colegio Arbitral murciano, donde debía celebrarse el partido. Tanta controversia generó, que el árbitro tuvo que pitar en chándal ante la negativa del Colegio Arbitral de que usase la equipación oficial.
En mayo del mismo año, se trató de constituir un Consejo Nacional de Fútbol Femenino que fuera reconocido por la Federación Española de Fútbol, aunque esta iniciativa fue rechazada a pesar de la insistencia de Europa (UEFA) de fomentar esta rama del deporte. Fue casi una década después cuando se produjo el reconocimiento oficial por parte de la Real Federación Española, potenciando un año después la primera Copa de la Reina de 1981.
Tras estas conquistas para el fútbol femenino, en 1988 se creó la primera liga femenina de fútbol, aunque sus jugadoras no disfrutaban de las mismas condiciones que su homólogos masculinos, ya que no podían hacer del fútbol su profesión dado que muchas veces ni siquiera contaban con una retribución económica, teniendo que pagarse ellas mismas los viajes con un segundo trabajo que les permitiera disfrutar de su pasión.
Con cada conquista, el fútbol femenino se ha ido haciendo fuerte. Para ello, las futbolistas han debido ganarse el reconocimiento social consiguiendo premios, trofeos y logros con trabajo y constancia. Sin embargo, hasta 2019 no ha llegado el primer convenio laboral que regule la situación profesional de la mujer futbolista, recogiendo aspectos tan importantes como el salario mínimo, las jornadas de trabajo, los derechos en caso de embarazo y la cobertura establecida en situaciones de baja o incapacidad temporal.
El fútbol femenino en Estados Unidos
La situación de la mujer futbolista es diferente en otros países. Uno de los que más ha desarrollado el fútbol femenino es EEUU, donde el sistema competitivo y educativo premia de igual manera a hombres y mujeres. Este deporte, conocido por los americanos como soccer, es muy popular en el plano femenino entre chicas jóvenes, comenzando a practicarlo en la escuela y llevando su pasión hasta el plano universitario, donde pueden llegar a conseguir becas para estudiar por su excelencia en el plano deportivo.
El fútbol femenino en Estados Unidos cuenta con equipos en más de 1.600 universidades repartidos en distintas organizaciones, la más conocida es la NCAA (National Collegiate Athletic Association) con diferentes divisiones deportivas. Por otra parte, la mujer futbolista en EEUU está respaldada por la conocida Title IX, una ley federal que garantiza que hombres y mujeres tengan las mismas oportunidades en el deporte desde 1972. Gracias a ello, las universidades están obligadas a tratar el deporte sin ninguna distinción por cuestión de género, estableciendo las mismas instalaciones y medios para todos los deportistas.
En España aún queda un largo camino por recorrer en materia de profesionalización del deporte femenino, aunque los avances alcanzados hasta ahora son notables si se analiza la perspectiva histórica. Sin embargo, debemos tomar como modelo sistemas como el estadounidense donde el deporte femenino se convierte en un fenómeno mediático, trayendo grandes beneficios tanto reputacionales como económicos a las organizaciones que apuestan por él.
Evolución de los entrenamientos para la mujer futbolista
En los últimos años la mujer futbolista ha notado un gran progreso en el ámbito deportivo español. Entre 2014 y 2017 el porcentaje de jugadoras federadas creció en un 41%. Con la regulación laboral como atletas profesionales, las futbolistas pueden dedicarse íntegramente a sus entrenamientos, así como encontrar entrenadores especializados en fútbol femenino que puedan llevar a su equipo hasta lo más alto, teniendo en cuenta sus características biológicas y psicológicas y que las diferencian del entrenamiento masculino.
En el entrenamiento de la mujer futbolista influyen algunos factores que no tienen incidencia en el entrenamiento masculino o que directamente no les afectan. Uno de ellos es de carácter psicológico, necesitando aplicar la inteligencia emocional en los entrenamientos para dar lo mejor de cada jugadora. Para ello, el entrenador debe conocer las bases de la psicología deportiva, con el objetivo de conocer mejor a su equipo y ser capaz de motivarlo para conseguir alcanzar los primeros puestos de la clasificación, afrontando la frustración y el miedo al fracaso para dar lo mejor de cada atleta.
Por otra parte, un factor de especial importancia en el entrenamiento de la mujer futbolista es el ciclo hormonal, que afecta directamente al rendimiento deportivo, ya que la jugadora sufre una serie de cambios fisiológicos de manera natural en cada fase del ciclo, que pueden le afectar a nivel muscular, de presión arterial o de fatiga. Asimismo, la Selección Estadounidense de Fútbol, que se proclamó campeona del Mundial de Francia, comentó que parte de su éxito se debía a la monitorización del periodo menstrual de sus jugadoras para optimizar el entrenamiento de manera acorde a su ciclo.
Por este motivo, se puede concluir que el fútbol femenino se enfrenta a diversos obstáculos en su lucha por llegar a lo más alto, por lo cual es importante contar con profesionales en este ámbito para optimizar los entrenamientos, así como tener el apoyo de los medios de comunicación y de la sociedad para conseguir el reconocimiento que merece el deporte femenino.