FP Sanidad

Beneficios de la alimentación consciente

Por Victoria Pérez
Beneficios de la alimentación consciente

Muchas personas acuden a especialistas en alimentación como el Técnico Superior en Dietética para conseguir llevar a cabo una alimentación consciente y sostenible en el tiempo, creando una rutina y avanzando hacia un modelo de vida más saludable que le pueda ayudar a alcanzar de paso su peso ideal.

En este sentido, cada vez es más frecuente hablar de nuevas corrientes como el mindful eating o el realfooding, tendencias nutricionales que buscan la consecución de una alimentación sana, beneficiosa para el organismo y más consciente, tanto con el medio ambiente como con la salud y el bienestar de la persona.

¿Qué es la alimentación consciente?

El mindful eating, más conocido como alimentación consciente, es un movimiento que tiene su raíz en el mindfulness y que consiste en poner atención plena al acto de comer, desde su planificación y elaboración hasta que se termina la consumición de alimentos.

De esta manera, se consigue mantener una rutina alimentaria más saludable, disfrutando plenamente de la comida y evitando las tentaciones que dificultan la consecución de los objetivos que se plantean aquellas personas que buscan un cambio real en su conducta alimenticia en profesionales como el Técnico Superior en Dietética a distancia.

Así, la alimentación consciente supone un mayor autocontrol a la hora de elegir los alimentos y calcular las cantidades, pero también autoconocimiento, ya que promueve una actitud que consiste en atender a las señales del organismo, sabiendo diferenciar entre el hambre real o fisiológica y el hambre emocional. De esta manera, se huye de dietas restrictivas no sostenibles en el tiempo para adaptar un modo de comer más sano, atendiendo a la microbiota y alimentación consciente.

¿En qué consiste el mindful eating o alimentación consciente?

El mindful eating es también un método eficiente para prevenir el sobrepeso y la aparición de trastornos de la conducta alimentaria, ya que permite detectar la necesidad fisiológica de comer y no confundirla con estímulos puramente emocionales, mejorando la relación con la comida y los hábitos alimentarios y derivando en una mayor sensación de bienestar durante la alimentación.

Aprender a diferenciar entre hambre emocional y fisiológica

En este punto, es importante establecer una diferencia entre el hambre emocional y fisiológica. La primera de ellas es conocida comúnmente como “antojos”. Se caracteriza por ser una sensación que aparece de repente y nos genera la necesidad de consumir un alimento concreto, que generalmente suele tener un alto aporte calórico.

En muchas ocasiones, el hambre emocional viene relacionada con determinados estímulos externos, como el estrés, la ansiedad o la envidia al ver a otros consumir ese tipo de alimentos. De ahí procede su nombre, ya que no es una sensación física, sino mental.

Por su parte, el hambre fisiológica es fácilmente identificable ya que se presenta como una señal del cuerpo de que necesita alimento como combustible para continuar realizando su actividad a pleno rendimiento. Esta suele identificarse por señales como los ruidos estomacales o la sensación de estómago vacío.

En niveles altos, el hambre fisiológica o estomacal también produce en la persona mal humor e irritabilidad. Esto se debe a un descenso de los niveles de glucosa y tiene lugar como una señal del cerebro de que determinados órganos que necesitan de esa glucosa para su funcionamiento no están recibiendo la dosis necesaria. Además, los niveles de azúcar bajos afectan también a los niveles de determinadas hormonas, suprimiendo por ejemplo los receptores de serotonina, que es la hormona que ayuda a regular el estado de ánimo.

¿Cómo controlar el hambre emocional?

El primer paso para realizar una alimentación consciente y evitar caer en el hambre emocional es tratar de identificar si el impulso de comer es emocional o fisiológico, es decir, si se trata de un capricho o de una necesidad real. El simple hecho de detenernos a pensar en esto supondrá un cambio de hábitos hacia una alimentación más saludable, siendo conscientes si decidimos atender a este impulso del motivo por el que lo hacemos.

Otra manera de controlar el hambre emocional es detectar cuál es el detonante de estos comportamientos impulsivos. Si nos damos cuenta de que solemos tener hambre emocional en situaciones de estrés en el trabajo, una buena idea puede ser tener en la oficina alimentos saludables que te gusten para sustituir el antojo por algo que también nos guste.

El tercer paso para este control es evitar tener en nuestra despensa los alimentos que generalmente nos generan antojos y sustituirlos por alternativas más saludables. Sin embargo, es aceptable que de manera puntual nos concedamos ese capricho aunque siempre de manera consciente, teniendo en cuenta que se trata de un capricho que tomamos porque queremos, en una dosis controlada y que por ello no debe generar culpabilidad.

Microbiota y alimentación consciente

Para conseguir llevar a cabo el mindful eating un consejo básico es comer sin distracciones, disfrutando del acto de comer de manera consciente, favoreciendo a nuestra microbiota. Para ello lo ideal es evitar sentarse a la mesa con pantallas, como televisión, móviles o tablets que captan nuestra atención y nos hacen comer más cantidad, más rápido y sin escuchar a nuestro cuerpo para detectar la saciedad.

Una dieta sana, como la mediterránea, variada y rica en fibra (alimentos de origen vegetal) favorece el equilibrio de la microbiota y alimentación consciente, ya que aumenta el número de bacterias beneficiosas y reduce la inflamación, que está detrás de la mayor parte de enfermedades.

Otro consejo es planificar los alimentos que se van a tomar, teniendo en cuenta qué hemos comido antes y el aporte de energía que necesitaremos para la actividad que vayamos a realizar después. De esta manera, si vamos a realizar actividad física por la tarde, deberemos tener en cuenta incluir hidratos de carbono y alimentos integrales en la comida para conseguir un mayor aporte de energía y elegir alimentos proteicos en la cena para reponer el cuerpo después del ejercicio.

Por otra parte, comer más despacio, haciendo pausas durante la comida para saciarnos poco a poco, disfrutando de los alimentos y detectando con mayor facilidad las señales de saciedad. Finalmente, para crear una rutina de mindful eating una buena estrategia es llevar a cabo un registro diario de comidas en el que poder ver a simple vista el tipo de alimentos consumidos y planificar el resto según el consumo realizado y los planes que tengamos para un día en concreto.