
En este Máster conocerás una perspectiva actualizada de la mediación familiar adaptada a diferentes contextos
A lo largo de la historia, los problemas familiares han estado presentes en cualquier tipo de relación, de hecho son fáciles de identificar y muy comunes. Sin embargo, es de vital importancia que estos conflictos sean solventados dentro del seno doméstico aunque, en numerosas ocasiones, hay que acudir a una ayuda externa como el mediador familiar para solventar y tratar adecuadamente la problemática familiar.
No hay un consenso universal de la definición de familia, pero muchos especialistas en Mediación Familiar y Gestión de Conflictos aseguran que es un grupo de personas con vínculos estrechamente relacionados con lazos sanguíneos o no.
En relación a esto, cuando surgen conflictos familiares hay que tener en cuenta esta relación, ya que puede afectar en la forma de implantar las técnicas de resolución de conflictos.
Por otro lado, existen diferentes tipos de problemas familiares y soluciones dependiendo desde la causa que origine el conflicto hasta el tipo de vínculo que hay entre las personas. Por ello, las habilidades comunicativas del mediador para detectar, así como analizar los conflictos en la familia serán de ayuda a fin de desarrollar una adecuada actuación.
Para comprender el origen de los conflictos personales primero hay que entender qué son los conflictos interpersonales. Es evidente, que las relaciones entre seres humanos ha conllevado, a lo largo de la historia, diversos problemas donde el ámbito familiar no está exento, ya que es donde se adquieren los principales valores personales y los círculos más íntimos.
Con el tiempo, los miembros de la unidad familiar tienden a relacionarse con otras personas que están fuera del círculo familiar, siendo este el momento donde comienzan a plantearse distintos conflictos interpersonales por las diferentes opiniones encontradas en el exterior de la zona de confort. De esta manera, existen diferentes tipos de conflictos cuya resolución se llevará a cabo cuando los implicados tengan una actitud activa y cooperativa.
Los conflictos interpersonales pueden ser unilaterales, cuando una persona tiene una queja o disputa con otra; bilaterales, cuando dos partes quieren algo; o multilaterales, se produce cuando un grupo de varias personas se encuentra fragmentado a través del conflicto. Igualmente, cada uno de ellos tiene una dinámica en particular y un proceso de resolución distinto.
Los problemas familiares son algo natural de los seres humanos en mayor o menor medida. Generalmente, los conflictos en la familia no suelen implicar violencia, pero sí que puede acarrear algún malestar como tensión, estrés o nerviosismo ante la existencia de diferentes intereses e ideas.
En una problemática familiar también aparece la inestabilidad y preocupación de algunos de sus miembros. Además, pueden llegar a manifestarse antiguos problemas que no fueron solucionados con anterioridad. No obstante, cualquier conflicto familiar requiere de la cooperación de todos sus integrantes, así como de una buena gestión emocional para adaptarse a una nueva situación.
Existen diversas formas de categorizar los tipos de conflictos en las familias, cuya definición puede ir centrada en las causas del problema o basarse en el tipo de relación que existe entre los agentes implicados en la disputa:
Lo principal para entender un conflicto familiar es que no todo es negativo y que se puede entender la disputa como una oportunidad para encontrar nuevas maneras de comunicación. Antes de aplicar técnicas de resolución de conflictos hay que identificar las causas concretas del problema familiar para poder trabajar en profundidad en los posibles cambios.
El primer paso para resolver una problemática familiar es practicar la escucha activa, es decir, atender plenamente a aquello que el otro está intentando trasladar, así como asegurarse de haber entendido sus demandas y de que la otra persona implicada sea consciente de que lo ha entendido. El principal objetivo de esta estrategia es evitar muchos malos entendidos entre los miembros de la familia.
El segundo paso se basa en vigilar la forma de hablar. Cuando surge un conflicto familiar es importante utilizar un lenguaje cuidado y las expresiones correctas con el fin de mantener una buena comunicación. Una buena manera que tienen las personas para expresar los sentimientos es reemplazar los reproches por manifestaciones de lo que está sintiendo. De igual modo, se tendrán que plantear soluciones alternativas al conflicto que haya causado la crisis.
El tercer paso para resolver conflictos en la familia es permitir que todos los implicados intervengan de manera ordenada. En este tipo de disputas es muy frecuente que las personas se quiten la palabra entre ellas. Por ello, es conveniente que no se priorice a ninguna de las partes, ya que cada miembro tendrá los mismos derechos y obligaciones. Asimismo, también es recomendable que los familiares enfrentados muestren afecto para rebajar los niveles de tensión.
El cuarto paso se centra en que los miembros implicados en el problema familiar encuentren un momento y lugar idóneo para arreglar sus disputas. Una de las recomendaciones de los expertos es que los afectados pospongan el enfrentamiento para cuando los ánimos estén calmados a fin de facilitar el diálogo y llegar a un acuerdo para solucionarlo de manera conjunta.
En definitiva, dependiendo del tipo de problemática familiar y de las necesidades de las personas implicadas es recomendable solucionar estas desavenencias dentro del ámbito familiar. Sin embargo, en numerosas ocasiones los miembros tendrán que recurrir a la ayuda de un tercero neutral como es el mediador, que les enseñará las estrategias adecuadas para resolver un conflicto familiar e impedir que la relación se deteriore.