FP Sociocultural

Importancia de la inteligencia emocional en el cuidador de personas dependientes

Por Victoria Pérez
Personas apoyándose mutuamente

En la actualidad, España es uno de los países europeos con mayor esperanza de vida entre su población, fijando en 2019 esta cifra en 83 años. Unido a esto, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) los casos de personas dependientes han ido creciendo en los últimos años, llegando a un 30,2% en 2020.

En este contexto, el cuidador de personas dependientes se convierte en un perfil profesional muy demandado dentro el sector sociocultural. Este trabajador, conocido como Técnico en Atención a Personas en Situación de Dependencia, debe tener en cuenta no solo los cuidados fisiológicos que necesita la persona dependiente, sino también la atención psicológica y emocional que requiere.

Las competencias emocionales son básicas en la formación en dependencia, ya que intervendrán tanto en su trabajo con los usuarios como en su propio bienestar a la hora de afrontar la rutina laboral, contando así con habilidades para poder gestionar situaciones de estrés, tristeza o ansiedad.

En este punto, es necesario definir qué es la inteligencia emocional para comprender cómo funciona y de qué manera permite detectar las emociones en los usuarios con el fin de ofrecerles una atención óptima.

¿Qué es la inteligencia emocional?

Según el psicólogo David Goleman la inteligencia emocional es la capacidad de reconocer los propios sentimientos, diferenciarlos y usar dicho autoconocimiento para reconducir la conducta. De igual modo, este tipo de conocimiento también permite reconocer los sentimientos de los demás a través de su temperamento y estados de ánimo. 

La inteligencia emocional es importante a la hora de establecer relaciones, ya que permite a las personas conocerse a sí mismas y, desde ese punto, poder empatizar para saber cómo van a afectar sus acciones en los demás. De esta manera, se establece un ambiente de armonía en el entorno del sujeto, permitiéndole manejar las frustraciones y evolucionar personalmente.

El cuidador de personas dependientes desarrollará en su formación la educación emocional, adquiriendo competencias en este ámbito. Igualmente, en estos usuarios que pueden presentar problemas a la hora de comunicarse con el técnico, las emociones son una ventana abierta para conocer al paciente.

Generalmente, este tipo de reacciones comienzan de manera automática y ofrecen información sobre la persona que las manifiesta. Vienen dadas por un estímulo en su entorno y producen rápidamente cambios psicológicos que desembocarán en una acción determinada. Por este motivo, conocer las emociones de los pacientes le permitirá al cuidador predecir determinadas acciones y tratar de fomentarlas o apaciguarlas.

En este punto es preciso señalar la diferencia entre emociones, que proceden de un estímulo determinado y se manifiestan en las personas de manera automática e innata, y sentimientos, que se desarrollan al interactuar con las emociones y generan autocontrol, permitiendo al individuo realizar acciones con conciencia.

Controlar las emociones en el cuidado

En el cuidado de personas mayores y dependientes es preciso ser capaz de distinguir las diferentes emociones que experimenta un usuario y que podrá manifestar de maneras muy variadas. En este sentido, se establecen tres sistemas de respuesta:

  • Respuesta motora. Las emociones pueden verse claramente en la apariencia física del otro. Su reacción quedará reflejada en la expresión facial, los gestos, el movimiento o la postura, pero también en el tono de voz en caso de que el usuario pueda comunicarse de manera oral.
  • Respuesta cognitiva. Esta es subjetiva y se manifiesta en el comportamiento de la persona, ya sea de manera controlada o no. En este tipo de respuesta se produce una interacción por parte del interlocutor.
  • Respuesta fisiológica. Esta reacción puede ser percibida o no por el cuidador.  Se puede manifestar en cambios en el organismo que se aprecian de manera externa, como tensión muscular, sudoración y escalofríos o producidos de manera interna, pasando desapercibidos a simple vista. En estos últimos se contemplan cambios metabólicos, endocrinos, inmunológicos o viscerales. Un ejemplo podría ser el dolor de cabeza o de estómago.

Conociendo estos tres tipos de reacciones, el cuidador de personas dependientes tendrá la capacidad de distinguir el miedo, el asco, la ira, la alegría o la sorpresa con un simple vistazo. Sin embargo, será a partir del conocimiento del usuario y del nivel de empatía con él cuando conseguirá saber cuáles son sus necesidades y gustos. De esta manera, se establecerá una relación de armonía entre cuidador y paciente.

Todos estos conocimientos sobre la inteligencia emocional y las competencias emocionales se aprenderán con el Grado Medio en Atención a Personas en Situación de Dependencia a distancia o en modalidad presencial.