Con 16 años terminas la ESO y ¿qué haces?
A todos nos han hecho varias veces a lo largo de nuestra infancia la misma pregunta ¿qué quieres ser de mayor? Las respuestas eran de lo más variopintas, y en la mayoría de los casos, nunca eran las mismas. Un día te levantabas y querías ser astronauta, otro futbolista, artista, bombero… Sólo en muy pocos casos (al menos que yo conozca), el niño en cuestión decía “quiero ser médico” (por ejemplo) y hoy por hoy está ejerciendo la medicina.
No es fácil saber lo que uno quiere ser de mayor. Y menos con 16 años, cuando terminas la ESO y tienes que decidir si hacer FP, pasar a bachiller o ponerte a trabajar.
Pero la cosa no mejora con la edad. Si le preguntáis a amigos que hayan hecho selectividad este año, algunos seguramente no tendrán claro si van a ir a la universidad o no, y si lo hacen, que carrera escogerán.
Está claro que a la hora de decidir qué estudiar se tienen muy en cuenta las salidas profesionales de la rama elegida en cuestión. El problema, es que muchas veces se anteponen dichas salidas profesionales a lo que realmente nos gusta ser de mayor.
Como ya decíamos, muchos jóvenes no tienen claro aún qué estudiar de mayor, pero si hay algo que tienen en común todos ellos: su gusto por el deporte. Esta nota en común ha hecho aumentar la demanda en los últimos años de titulaciones relacionadas con este ámbito.
Deporte y salidas profesionales ¿tiene futuro estudiarlo?
Ya sea porque la gente es cada vez más consciente de que el deporte es salud, o por el mero culto al cuerpo, lo cierto es que desde hace unos años hasta hoy se ha producido una proliferación de empresas deportivas. Además, si analizamos el Anuario de Estadísticas Deportivas vemos como el gasto en bienes y servicios vinculados al deporte ha ido aumentando año tras año y lo sigue haciendo.
Existen muchas titulaciones relacionadas con el deporte, desde Formación Profesional hasta Grado Universitario, además de Másteres y Cursos de Especialización.
Hoy por hoy, un alumno que termine la ESO pero que no quiera entrar en bachiller y con una clara vocación por el deporte puede entrar en una FP de Grado Medio, y con el tiempo, cuando sea mayor (motivación y esfuerzo), puede llegar a la Universidad pasando antes por el Grado Superior.
Pero incluso sin pasar por la universidad, los alumnos pueden obtener titulaciones de máster y cursos de especialización. En el caso de MEDAC, esto se realiza a través la oferta formativa de Especialización Profesional. Dentro de dichos programas, los alumnos pueden optar por distintos itinerarios, desde el Máster en Entrenamiento Deportivo hasta el de Gestión de Empresas Deportivas.
Son muchos los alumnos que han terminado TSEAS, o que vienen de otras titulaciones (Grado en Marketing, Derecho, Turismo, etc.) y deciden estudiar estos másteres.
Ahora bien, el auge y el crecimiento del número de empresas del sector deporte y salidas profesionales nos hace reflexionar la importancia de estudiar Másteres relacionados con este hueco de mercado laboral.
Deporte y salidas profesionales
Máster en Gestión de Empresas Deportivas ¿a quién va dirigido?
La respuesta es muy sencilla: a todo aquel que sienta vocación tanto por la gestión como por el mundo del deporte. En este perfil destacan los alumno de TSAF y TSEAS a distancia o presencial.
En este máster, los alumnos aprenden y además ponen en práctica herramientas indispensables para la gestión de una entidad deportiva: desde finanzas hasta marketing, pasando por la realización de análisis, la gestión de Recursos Humanos, etc. Y no sólo eso, sino que fomentamos en los alumnos este espíritu emprendedor, que como ya comentaba en un blog anterior, está siendo la solución al desempleo de muchos de nuestros jóvenes.
Un aspecto que llama mucho la atención de esta titulación es su enfoque inminentemente práctico, ya que las herramientas que se explican en clase, luego tienen que ser puestas en práctica, lo cual facilita y mejora la asimilación y retención de conocimientos. Y es que como decía Confucio “me lo contaron y lo olvidé; lo vi y lo entendí; lo hice y lo aprendí”
Además, un aspecto muy positivo es que a pesar de que el máster en cuestión está enfocado a la gestión de entidades deportivas y al emprendimiento, los conocimientos que en él se adquieren son extrapolables a otros sectores de actividad.
No obstante, para ponerse al frente de la gestión de cualquier tipo de entidad, ya sea o no deportiva, no basta con tener buenos conocimientos de todas la áreas de la empresa y del sector de actividad en el que nos movemos, sino que también son necesarias lo que llamamos actitudes.
¿Qué es tener actitud para algo? Una de las acepciones que nos ofrece la RAE para este vocablo es “disposición de ánimo manifestada de algún modo”. Dicho de otra forma, una actitud es algo inherente a la persona, que no puede ser aprendido en un aula como sumar, hacer un análisis sintáctico o una ecuación diferencial. Las actitudes definen a la persona, y si bien es cierto que son intrínsecas de cada uno, siempre se pueden mejorar.
Actitudes que debe tener todo empresario del sector deportivo
Las actitudes que debe de tener todo empresario muchas y variadas. Vamos a enumerar algunas:
- Liderazgo: es la capacidad de influir positivamente en los demás. Un buen líder consigue motivar a sus compañeros de trabajo para llevar a cabo un desempeño sobresaliente en su puesto. Un líder no amenaza, no da órdenes directas, sino que predica con el ejemplo. Tiene una conducta y una forma de trabajar que despierta admiración y ganas de superación en el resto del equipo. Por eso mismo, un buen gestor no asume el papel de “jefe”, sino de líder.
- Planificación de tareas: el gerente de cualquier organización tiene que marcar los objetivos que hay que conseguir, y además establecer claramente qué tareas hay que desarrollar para conseguirlas. A priori puede parece más fácil de lo que realmente es, ya que para planificar bien las tareas hay que establecer: cuando tienen que ser llevadas a cabo, por quien, con que herramientas; de forma que se consigan los objetivos marcados, haciendo un uso eficiente de los recursos y logrando que cada miembro de la organización se sienta útil.
- Gestión del estrés: el gran enemigo de nuestra sociedad. Ciertos niveles de estrés son positivos (lo que se denomina eustrés), pues nos motivan y nos hacen estar alerta. El problema viene cuando los niveles de exigencia están muy por encima de lo que sentimos que podemos dar. Esa brecha es la que nos causa estrés. El estrés tiene muchas manifestaciones, y no sólo psíquicas, sino que también pueden llegar a somatizarse y ser reflejadas por nuestro cuerpo. Un directivo está sometido a mucho estrés, pues no sólo tiene grandes niveles de exigencia, sino que su responsabilidad sobre la marcha de la organización es muy alta. Por ello, es importante que aprenda a gestionar dicho estrés.
- Trabajo en equipo: es la capacidad de lograr que el conjunto de la organización trabaje de forma armoniosa y coordinada, de forma que cada uno se sienta a gusto y de lo mejor de sí mismo, a la par que valora el trabajo y esfuerzo de sus compañeros. Con el trabajo en equipo se crean importantes sinergias que son muy positivas para la organización. El trabajo en equipo no es fácil, pues siempre hay distintas opiniones, puntos de vista y formas de trabajar. Pero lo interesante viene cuando se aprende a respetar a los demás y se entiende que todas las opiniones son igualmente válidas y que bien enfocadas, todas contribuyen a la consecución de los objetivos marcados.
- Capacidad de adaptación: tiendo en cuenta que el entorno organizacional cambia prácticamente de un día para otro, y que dichos cambios pueden suponer una amenaza o una oportunidad para tu empresa, se hace indispensable que todo gerente sea flexible y sepa adaptarse a dichos cambios. Esto garantizará que la organización de adaptará al nuevo entorno, y podrá sacar así el máximo provecho del mismo. Los empresarios reacios al cambio hace años que quedaron obsoletos.
Seguramente conoceréis a amigos que posean varias de estas actitudes, o incluso vosotros mismos os veis reflejadas en ellas. Pero, ¿significa eso que si no las poseo todas no podré gestionar una entidad deportiva? La respuesta es un rotundo NO.
Como ya decíamos, un buen gestor o empresario, se compone tanto de aptitudes (las que aprendemos en las aulas) como de actitudes (las que son inherentes a nosotros mismos y vamos desarrollando y mejorando con el paso de los años y la experiencia). Lo interesante es tener una buena proporción de ambas, lo cual no implica ser excepcionalmente bueno en todas (somos personas ¡no máquinas!).
Como siempre se dice, quien algo quiere algo le cuesta. Para llegar donde quieres llegar no sólo tienes que tener una buena formación, sino que tienes que esforzarte día a día por hacer las cosas de forma excelente y superarte a ti mismo. Y no sólo eso, sino que hay que aprender de los errores y levantarse de las caídas, porque como me dijo una vez un profesor “se aprende las experiencias negativas reforzadas con las positivas”. Pero al final, todo esfuerzo se ve recompensado, y no hay mayor satisfacción que llegar donde quieres llegar, sin olvidarse de disfrutar y aprovechar al máximo el camino hacia la meta.